jueves, 30 de diciembre de 2010

I just need you know . .


Las dudas se forman por todo tipo de causas.
Hay muchas clases de dudas, dudas sobre uno mismo; dudas sobre sentimientos como el amor y la amistad; dudas cuya respuesta requiera algo mas de tiempo sobre temas como la felicidad eterna o el dolor por la muerte de un ser querido; y sobre todo dudas hacia la gente que nos rodea.
Te preguntas qué es real y qué está construido a base de mentiras y falsos gestos. Que un día te levantas, y darías la vuelta al mundo por una persona a la que quieres y después de un tiempo no te levantarías ni del sofá por ella.
Te preguntas porqué, pero ni siquiera tú mismo lo sabes, de lo único que estás seguro, es que las casualidades no existen, y que el destino es el que lo dirige todo..
Y es que el amor se desgasta, los sentimientos se apagan y las dudas siempre están ahí.
Y tú dime, ¿qué es necesario para empezar a confiar en alguien? ¿qué gesto es el que empieza una amistad o un nuevo amor?
Lo más difícil es el primer paso a ciegas, un primer escalón que se sube, un miedo a que esa persona nos haga daño, como tantas otras, a que no sea lo que buscamos... Pero si conseguimos subir el primer escalón, podremos vislumbrar el camino hacia él. Iremos subiendo, poco a poco, hasta alcanzar la cima de la colina o su corazón, según se mire.. Y no te lo niego, las vistas desde ahí son impresionantes. Como una sonrisa suya en un paso de cebra..
Algunos llaman a esto amistad, otros, capricho, o ilusión, y los demás... amor verdadero.
Todo depende del horizonte que contemples.




- Jo, que me encantas y jo..
- Y tú a mi enana
- Pero no tanto..
- Sabrás tú
- ¿Cuánto?
- ¿Cuánto me encantas?
- Chi
- De aquí a tú casa, rodeando el mundo

martes, 30 de noviembre de 2010

Self-injury.

... la rabia, la impotencia, el no saber que hacer, los malos actos, el arrepentimiento...

La aprietan desde las entrañas, la comen por dentro, la ciegan por fuera, su mente se encierra...
El daño ya está hecho, apenas puede hacer nada ya...
Solo los actos impropios la pueden consolar y liberar...
Semiincoscientemente se acerca a hurtadillas a buscar algo cortante, algo afilante, la cuchilla de siempre, la que guarda en la cajita blanca, bien afilada, esa puede bastar..
No se lo piensa dos veces y comienza con el primer corte, rápido y tajante, poco a poco va saliendo la sangre, y con ella se va desvaneciendo su pesadez, su malestar, su rabia, su impotencia, esa que no quiere guardar, pero solo uno no le es suficiente, asi que prosigue con el mismo acto una vez y otra vez, todo ello mientras ve la sangre correr, necesita lastimarse por fuera para sacar el daño de dentro...
Cuando termina, se observa, la sangre no deja de fluir por sus muñecas, la primera impresión le horroriza, pero sabe que ello la alivia, cuando está más tranquila conge un trozo de papel y se tapa las heridas, sabe que estas marcas le quedarás de por vida...

y lo peor de todo que no será el último día...

viernes, 26 de noviembre de 2010

Frío.


Una vez me enfadé y empecé a despotricar. Le dije que era patética, que estaba segura de que nunca tendría hijos, ni nietos y, en caso de que los tuviera, nunca la llamarían por teléfono. Le grité que su marido la abandonaría, quizá para irse con otra, nunca se sabe. Le chillé que incluso su madre la dejaría de lado porque veía que no vivía en un mundo real, con personas de carne y hueso sino que permanecía sellada en esta sala con estos libros falsos, un ventilados y lluvia en las ventanas.
Ni una de mis palabras le enfureció. Ni siquiera pestañeo.
Lo único que me pidió era que expresara mis sentimientos y siguiera desfogándome. Así que cerré el pico.
Fantaseaba con traer un cuchillo a terapia para rebanar su cuerpo en pedacitos del mismo tamaño de una chuleta de cerdo.

Ya han pasado diez minutos. A medida que el sofá se calienta, hundo la cabeza entre los cojines. El cuerpo cruje.
- ¿Qué palabras se te pasan ahora mismo por la mente, Lia?
Cabreada. Cerda. Odio.
- Me gustaría escucharlas.
Cárcel. Ataúd. Rebanar.
- Tienes que trabajar en tu recuperación, Lia. La animación suspendida no es vida.
- Mi peso es estable. Te puedo traer la estúpida libretita de Jennifer, si es lo que quieres.
- No se trata del número de la báscula. Nunca ha sido el tema principal.
Hambrienta. Muerta.

Estos veinte minutos han pasado volando. Zigzagueo los dedos entre los puntos de la concha de punto. Si esta fuera la telaraña de Carlota de Elwin Brooks White, ella sería la araña Carlota y yo el cerdo Wilbur.

::¡Una chica!/¡Inútil!/¡Delira!::

martes, 16 de noviembre de 2010

quieres saberlo?



¿Por qué? ¿Quieres saber por qué?

Entra en una cabina bronceadora y fríete durante dos o tres días. Cuando las ampollas de tu piel hayan estallado y te hayas descamado, retuércete en sal gorda y después ponte ropa interior cosida con hilo de cristal y alambre de cuchillas. Vístete con tu ropa habitual, siempre y cuando te vaya estrecha.
Fuma pólvora y ve al instituto, para brincar entre aros, siéntate y suplica, cumple las órdenes. Escucha los murmullos que se cuelan en tu cabeza por la noche, llamándote fea y gorda y estúpida y puta y zorra y lo peor de todo, “una decepción”. Vomitas y te mueres de hambre y te cortas y bebes porque necesitas un anestésico y eso funciona. Durante un rato. Pero entonces el anestésico se convierte en veneno y para entonces ya es demasiado tarde porque ya estás colocada hasta el alma. Te está pudriendo por dentro pero no puedes parar. Te miras en el espejo y sólo ves un fantasma. Oyes gritar a cada latido de tu corazón y TODO absolutamente todo está mal.


“¿Por qué?”, no es la pregunta correcta.
Pregúntate, “¿Por qué no?”

viernes, 5 de noviembre de 2010

Adoro la sangre. Huele tan bien.



No creo que otra persona entienda el deseo de morir tan acabadamente como lo entiendo yo o como lo entienden los suicidas. No sé si hay alguna sensación peor: sentirse mal por estar tan sano, querer morir, desaparecer fulminantemente. Y luego ver a tus viejos haciendo la cena y a tus hermanos jugando inocentemente a la play station; todo mientras tu silenciosamente planeas tu muerte, exquisita, necesaria, inminente, inexorable. Y llorar hasta el desmayo o el interminable dolor de cabeza que parece encarnársele a uno en lo más profundo de los sesos. Tener tanto odio por uno mismo, tanto que hasta nos parecen irreales e inentendibles todos aquellos años de convivencia con nuestras mentes perturbadas, tantos años de soportarse a uno mismo. Y luego llegan los reproches: ¿por qué no me di cuenta antes odiarme? ¿Por qué no me eliminé tiempo atrás? Lo pensás varias veces, intentas encontrar algo por qué vivir, por qué quedarse: las razones son tan frágiles como la convertibilidad y eres menos convincente que Fidel Castro izando la bandera de los Estados Unidos. Quieres morirte y tienes millones de razones por las cuales hacerlo. Y sin embargo, todavía ruegas por una sola razón para quedarte. Una razón te salvaría, solo una sería suficiente. Y no la encontras, no porque no sepas buscar, sino porque simplemente no hay. No existe la razón por la cual debieras quedarte en este mundo. ¿Por tu familia? ¿Quedarte por tu familia? ¿Que los suicidas somos egoístas? Es la gansada con menos sustento que escuché en toda mi vida. Empecemos a sacar un poco de lógica de todo esto:
Uno no quiere vivir porque sufre, porque está triste. Entonces algún ser muy inteligente (seguramente amigo o familiar) te dirá que todo el mundo te quiere, que todos te aprecian, que no puedes HACERLE ESO A TU FAMILIA.
Muy bien, recapitulemos: entonces uno tiene que vivir en pena porque no se le puede hacer “eso” a la familia. ¿Eso? ¿HACER QUÉ?, me sigo preguntando yo, a través de los años. ¿Hacer qué mierda? Si uno está enfermo debería elegir cómo y cuándo curarse. Supongo que las personas con cáncer serían más felices si pudieran extirparse la enfermedad. Pues bien, mi enfermedad es estar viva. Y codificando y pasando en claro no me están dejando sacarme el cáncer de encima. Quieren que tenga cáncer, porque no puedo hacerLES eso. ¿Eso? ¿No puedo qué coño? ¿No puedo extirpar mi dolor? ¿Debo vivir muriendo para que OTROS no sufran? ¿Tengo cara de Jesucristo? ¿Tengo cara de tener ganas de aguantar mi pena para que otros no lloren cinco minutos o cinco meses mi muerte y después continúen con sus vidas? Entonces llámenme egoísta, pero no pienso soportar este dolor. La gente es tan moralista, tan hipócrita. No entienden lo que se siente; no lo pueden entender porque la depresión, la anorexia, la bulimia, llevan a la persona al extremo más límite. Te tortura, te viola, te deshace adentro. Tus tripas, tu estómago, tu garganta, tu pecho, tu TODO. Todo le pertenece a tu enfermedad: necesitas morirte porque sabas que no tienes nada más que hacer en este mundo. Que te duele demasiado estar vivo; y que aunque seas una excelente alumna, una hija adorable y una amiga incondicional, no tenés fuerzas para seguir jugando esos papeles. Te das cuenta que te pasaste la vida actuando: pensando que si te disfrazabas con diferentes personalidades ibas a poder por fin tapar tu verdadero ser: el que quiere morir porque no puede elegir otra cosa. No puede elegir otra cosa.
Pero, por favor, díganme si estoy errada. ¿Si ustedes estuvieran muriéndose de dolor por alguna razón, no les gustaría acabar con ello? ¿O prefieren morirse de sufrimiento lentamente y caer en una completamente evitable agonía a fin de no molestar a terceros? Además, déjenme decirles: cuando hay dolor los demás dejan de existir. No se piensa en nadie más, no se piensa siquiera en uno mismo: porque dejas de existir como persona, pasas a ser simplemente un vegetal con ganas de suicidarse. No más que eso. Tu fin último es planear un suicidio con clase, con estilo, para al menos, no dejar todo ensangrentado. Los otros no existen: eres tú y la muerte. Son la muerte, las pastillas, la soga, el balcón, la bañera, el secador de pelo, el maldito tren, lo que fuera. Eres tú y tu muerte, más próxima que nunca. Y esta vez es claramente inevitable.

jueves, 4 de noviembre de 2010